Crítica: YO SOY BEOWULF 3D

Como algunos lectores sabréis, hará un par de semanas, el CapitánCuernos y yo asistimos al estreno en IMAX 3D (en Jerez) de Beowulf, la nueva versión de ésta historia contada ésta vez por Robert Zemeckis. Veamos si puedo transmitiros un poquito mis experiecias (algo contradictorias, todo sea dicho) sin liaros demasiado y sin minar ésto de excesivos spoilers.

Es justo, supongo, empezar hablando de la tecnología 3D. Si bien ésta no es la primera experiencia lúdica 3D de mi vida, sí que lo es a la hora de involucrar cine comercial. A la entrada daban unas gafas (enormes, gris marengo, con pinta de futuro retro, parecen diseñadas por Moebius) que funcionan a la manera clásica, fusionando dos imágenes para que al verlas con ambos ojos de la sensación de profundidad. Una especie de modernización de aquellas rojas y verdes que todos recordaremos, pero reloaded. El 3D, a diferencia de lo que cabría esperarse, es de alta definición, tiene todos sus colores bien puestos, no marea, y es absolutamente ACOJONANTE. Una experiencia inmersiva como pocas, que consigue que incluso en un producto mediocre como puede ser Beowulf (tranquilos que ahora voy con la peli) la experiencia te eleve a otro grado distinto, te mete dentro de la película y te permite hacer el viaje de los personajes, te golpea, te arrastra, te zarandea y en definitiva, te hace sentirte parte de esa historia. En otras palabras, es un efecto especial más, como la captura de movimientos o el fotorrrealismo. Y es en ese aspecto donde la película destaca como ninguna, sin duda.



Lo que es la película en sí, y tratando de analizarla sin tener en cuenta el 3D (o sea, como si la viésemos en una sala convencional o en un dvd), lo cierto es que me ha decepcionado. El guión, aunque parezca increíble dado que es obra de Neil Gaiman y Roger Avary, apesta. Es simplón y no se detiene en profundizar en personajes secundarios, no muestra más que un par de escenarios, y en un momento dado hace un salto al futuro (en plan "X años después") que aparte del hecho de que los personajes tienen el pelo blanco no se muestra ni en su psicología, ni en sus vidas, ni nada. Joder. ¿Neil? ¿Roger? ¿Pero qué coño os ha pasado tíos? Yo os idolatraba, no es coña. Guardo la caricatura que me hiciste, Neil, como oro en paño... y ahora vas y me haces ésto... tsk tsk... Es cierto que los diálogos son buenos, pero desde mi punto de vista el conjunto no es lo que debería haber sido, máxime viniendo de dos tíos a los que considero genios de ese arte.

Beowulf es... mm... a ver... más o menos y para que nos entendamos, viene a ser como si Leónidas hubiese nacido en Bilbao. Su máxima viene a ser "yo puedo". Fuerte, apuesto, más chulo que un ocho verde pistacho, Beowulf es el ideal de héroe por antonomasia, tan poderoso que puede librar de cualquier problema a las yentes y tan prepotente como para alardear de ello antes de hacerlo. Por momentos, y no cito casos concretos por no spoilear, llega incluso a provocar que el público se descojone con sus palabras, porque se pasa. Se pasa mucho. Pese a lo anterior, al personaje le falta fuerza, en ningún momento conseguí identificarme con él... o dicho en palabras más mundanas, no me frikó. No oí a la salida ningún tío gritando "YO SOY BEOWULF" por ejemplo. Carece del componente más importante de los héroes de leyenda: el carisma.

Las interpretaciones no son nada del otro mundo. John Malkovich hace lo que puede con un personaje que tiene una superficie algo oscura, pero que interiormente está totalmente vacío, no dice prácticamente nada, y se me antoja terriblemente desaprovechado (¡daba para mucho!). Ray Winstone, que interpreta a Beowulf, demuestra que pese a lo que muchos piensan, Christopher Lambert no era tan tan terrible como actor. Es el héroe más de cartón piedra que he visto en mucho tiempo, totalmente inexpresivo, incluso cuando lanza alaridos parece un niño llamando a su madre (aunque quizá después de ver 300 los gritos en el cine hayan cobrado una nueva dimensión). La reina, interpretada por Robin Wright Penn, es otro despropósito. Unamos una actriz que no sabe inbuir nada de personalidad a un personaje totalmente gris, que parece que no sabe en ningún momento cuál es lugar ni su propósito. Éste es el personaje de la reina, con unas situaciones que podrían haber sido ampliamente aprovechadas (su relación con Beowulf, por ejemplo) pero que se quedan en meros intentos, con una actriz que se limita a poner la cara que ponía Elijah Wood como Frodo. Angelina Jolie y Anthony Hopkins, sin embargo, están pletóricos. Angelina consigue un personaje de zorra maligna que perdurará en mi cabeza por siempre, si bien su interpretación no era excesivamente complicada consigue dar miedo y atraer al mismo tiempo, con un cuerpazo de infarto, en el personaje que además consigue mayor fotorrealismo en la película, con diferencia (hasta tal punto en que hubo planos que realmente dudé de que no fuera grabación normal y corriente). El rey Hrothgar también genial, con una primera escena maravillosa, pero claro... el tito Anthony ya nos tiene acostumbrados ¿verdad? De los principales actores sólo me queda mencionar a Crispin Glover, cuya interpretación de Grendel es sencillamente acojonante. Lo mejor de la película. Cada vez que ese monstruo (¿troll?) entra en escena, la película sube diez puntos enteros.

Si bien del guión y los actores he soltado tantos piropos con cariño, con la dirección voy a hacer lo contrario. Robert Zemeckis es el puto amo de la cinética. Punto. Pocos saben meterle a una escena un ritmo cinematográfico tan endiablado como el discípulo de Steven Spielberg, y para muestra os remito simplemente a la escena del dragón, a toda ella, más parecido a un auténtico viaje en montaña rusa, divertidísimo. Las escenas de acción están rodadas de una forma tan impecable, que todos los puntos oscuros que he comentado más arriba se olvidan completamente en cuanto en pantalla empiezan a sucederse planos frenéticos (combinados además por una genial aunque quizá algo repetitiva banda sonora de Alan Silvestri), Zemeckis te monta en el dragón y te agita, hace que la cámara baile al son de la guerra que se produce, te transmite perfectamente lo que es embestir a Grendel con tus armas. El director de Regreso al futuro ya ha demostrado cientos de veces que cuando quiere, puede. Lástima que sólo quiera en las escenas de acción.

Y es que Zemeckis está en esta película más interesado en la acción y la experimentación (de nuevas tecnologías) que en contar la historia propiamente dicha. Obcecado con instrumentos de última generación como son la animación digital y el 3D, se centra en dotar de una épica heróica a su película, que parece chocar un poco con lo que intentan contar los guionistas, más centrados en tocar otros temas, lo cual llega a ser desastroso en casos en los que mencionan dichos temas pero ahí queda, no se vuelve a saber más (por ejemplo cuando hablan de Jesucristo). Zemeckis resuelve entonces aligerar las partes "lentas", que hablen lo menos posible, para volver a cabalgar el diablo en la siguiente pelea. Lo cuál estaría muy bien, si no fuera porque esas partes lentas se hacen aún más lentas (y aburridas en algún momento), mientras que las escenas de acción (vuelvo a repetir, espectaculares y realmente bien rodadas) carecen de una involucración real del espectador en la historia para que la sustente.

En fin, voy a ir abreviando que luego se me quejan los otros redactores porque escribo chorizos de la muerte a pellizcos. Como película, lo cierto es que Beowulf es mediocre, es una más, con unas escenas de acción muy divertidas y realmente acojonantes en algunos casos, pero ya está. No te contará nada especialmente interesante, sus personajes son planos e incluso en algún momento provoca que mires el reloj. La factura técnica de su imagen digital fluctúa sin embargo, no es constante. Podemos ver diferencias muy notables entre una Angelina Jolie absolutamente perfecta (¡joder!) y una Robin Wright Penn de coña (joder...). Afortunadamente, cuando es la hora de las tortas, Zemeckis se pone el casco y embiste como sólo él sabe. Merece muchísimo la pena verla, sin embargo, por el IMAX 3D. Es impresionante cómo te golpean en cada batalla, te lanzan cadáveres a la cara y te meten en la historia de lleno. Hacía mucho tiempo que no tenía una experiencia lúdica tan impresionante y pese a que la película en sí es mejorable, lo cierto es que no echo de menos el dinero que me costó la entrada; volveré a ir para cuando estrenen Avatar. ¿Y quién sabe si alguna más?