Crítica: Tideland

Mucho se ha hablado de la última película de Terry Gilliam estrenada en nuestro país, Tideland. Salas que se vacían, críticos que vierten bilis sobre la película, incluso el otro extremo, gente que dice haber descubierto aquí un cuento realmente maravilloso como hacía mucho no veían... Las opiniones son muy diversas, aunque casi todas son bastante negativas, y es que Gilliam trata aquí un drama durísimo, realmente difícil de digerir, desde la mirada de la inocencia.

Me sería imposible contaros por qué esas opiniones tan destructivas sin destriparos los primeros veinte minutos de argumento, así que si no queréis conocerlos pasad al siguiente párrafo. Jeliza-Rose es una niña de unos diez años, hija de un matrimonio de yonkis de ciudad a los que la droga ha arrebatado toda cordura posible. La película empieza con la muerte por sobredosis de su madre, lo que provoca una huida de la niña y el padre al campo, donde el mismo día de su llegada ocurrirá lo mismo con el padre. De ésta forma, la niña tendrá que vivir sola en un caserón con el cadáver de su padre. A lo largo de su vida, su mundo de fantasía es lo que la ha ayudado a seguir adelante, evadiéndose de la realidad, y ese mundo cobra toda su importancia aquí, en esta "tierra de las mareas", donde toda su vida pasará a ser un juego infantil, mientras a su alrededor todo se desmorona.

La película tiene momentos realmente impactantes, como el despertar sexual con alguien mucho mayor y además retrasado mental, o en general casi todo lo que implica al cadáver y la forma en que los personajes se relacionan con él. Ésto ha sido lo más criticado, siendo Gilliam acusado de recrearse en el morbo más sucio. Y lo entiendo. No porque no esté bien, sino porque está hecho de una forma tan asentimental que debido a lo poco que la película consigue que te involucres, llegados a esos momentos no te importan apenas, y eso es un grave error.

La película es impecable en cuanto a fotografía, decorados, incluso la simbología está muy conseguida, pero la dirección y el guión no llegan. La historia suena demasiado ajena, incluso poco creíble la mayor parte del tiempo (dadas las bizarradas a las que acostumbra Terry). Cosas tan importantes como el tener a una niña pequeña viviendo en una casa abandonada con un cadáver, sin comida ni nadie que la cuide, pasan a un segundo plano y te las mencionan sin pararse, en plan "esto no tiene importancia, mejor fijate en la metáfora de las mareas", lo que la hace perder puntos estrepitosamente en mi ranking personal.

Resumiendo, es una película atípica, muy dura en cuanto a fondo pero que te permite digerir bastante bien lo que ocurre, con algunas cosas que sí me han gustado mucho (especialmente el apartado visual), pero que no llega, ni de lejos, a donde Gilliam es capaz de llegar cuando se pone serio (véase Brazil por ejemplo). No os la recomiendo en general, imagino que la mayoría no sólo se aburrirá, sino que algunos incluso la encontraréis innecesariamente morbosa. sin embargo, si a alguien le apetece ver una película distinta, que rompa un poco con los esquemas de lo que llevamos viendo en los últimos años, puede encontrar aquí algunas ideas interesantes. Lástima que sólo sean algunas.