AñoRock: Uno

25 de octubre de 2007, Sevilla, España. Un grupo de intrépidos frikis no pueden dormir. Los mismos intrépidos frikis que unas horas antes habían vibrado con el retorno de los mayores héroes de la historia del rock.

25 de octubre de 2008, Madrid, España. Los mismos frikis (y unos cuantos más) se disponen a asaltar otro hito más en sus vidas de rockeros frustrados y melómanos empedernidos. 22:00, se hace un silencio sepulcral y, si todo va como estaba previsto, la voz de Paul Rodgers desgarra el aire entonando One Vision, uno de los más grandes himnos de uno de los más grandes dioses que ha dado la música.


En este año transcurrido han pasado muchas cosas. Hemos visto cosas que no creeríais.


Hemos visto el resurgir cual ave fénix de los auténticos héroes de leyenda. Como si no hubiera pasado más de un mes desde que fueron los número uno, volvimos a ver la los duendes y a sentir que nuestras heridas se abrían. Nos hubiera gustado quedarnos varados, pero teníamos que continuar, había mucho rock por delante.

Hemos sentido la explosión de sonido que representa empezar un concierto con In The Flesh. Hemos gritado, llamado, añorado y llorado a los amigos que ya no están, tanto que al final nos quedamos cómodamente adormecidos en el lado oscuro de la Luna.

Hemos volado con la fuerza de mil huracanes. Dioses del rock, nosotros os seguimos amando, nos habéis demostrado que no hay nadie como vosotros. Nos llevasteis muy lejos, pero tuvimos que volver, hay muchas guitarras que oír, muchos himnos que cantar.

Hemos escuchado la voz de Winston Churchill, instándonos a defender una isla que ni siquiera era la nuestra pero a la que gustosamente hubiéramos ido a luchar. Nos sumergimos en la última carga de la caballería inglesa y no nos importó perecer a dos minutos de la media noche.

Hemos sentido el poder de una muralla de truenos y el abrazo de las cuerdas de acero de otro de los grandes del territorio patrio.

Hemos flotado, en lo más profundo de la noche, como si fuéramos humo sobre un inmenso lago, como unos perfectos desconocidos, como una inmensa bola de fuego abrasador, como una borrachera interminable y confusa, como debe de flotar un niño perdido en el tiempo.

Hemos averiguado quienes somos, a donde vamos y de donde venimos.

Hemos hecho y visto muchas cosas, tal vez para compensar todas aquellas que nunca podremos hacer. No podremos hacerlas porque tendremos que esperar a estar muertos para, una vez lleguemos al cielo, poder ver una interminable y perfecta actuación en el verdadero estadio Wembley. Un escenario en el que seguro que hay un enorme piano de cola y una Stratocaster que arde eternamente. Seguro que hay una voz capaz de hacer temblar a los titanes con su mero timbre. Seguro que hay una batería que suena como un trueno. Seguro que ni siquiera Dios es tan buen público como para semejante espectáculo.

Pero nos queda mucho por hacer. Nos queda mucho por ver. Tenemos en el punto de mira a los malditos Judas Priest y a AC/DC. Otros no sabemos cuando vendran, pero ellos saben que pueden correr, pero no esconderse de nosotros. Son los Kiss, Metallica, U2, Bon Jovi, Rolling Stones, Blind Guardian y muchos más. Es más, hasta los Led Zeppelin saben que tarde o temprano harán una maldita gira y nosotros estaremos allí.

Nosotros sabemos que nunca colgarán las botas, así que les pedimos, no morirse aún, cabrones.